por Fernando Andivia- director académico del Instituto Corman

En psicología facial una de las cosas que se estudia son las distintas dualidades que se dan en las personas. Haremos un pequeño repaso de las componentes masculinas – femeninas que se dan en el ser humano.

Todos somos bisexuales fisiológicamente porque descendemos de una mujer y de un hombre que nos han provisto de elementos masculinos y femeninos, es decir de un sexo manifestado y de un sexo inconsciente. La tendencia actual al andrógino puede sembrar la duda frente a ciertas siluetas pero de una forma general, el carácter físico es el que queda más visible.

La masculinidad y la feminidad y la en la psicología facial

La mujer y el hombre son netamente diferentes en el primer golpe de vista; es en la observación cuando apercibimos de una manera más sutil la componente opuesta del otro sexo. Estos signos pueden ser de discretos a comportamientos exagerados como los denominados de ‘pluma’.

Esta dualidad puede ser causa de insatisfacción, pudiendo llegar a ser un factor determinante de frustración y si es bien vivido puede ser una fuente de enriquecimiento.

Feminidad y masculinidad están incrustados en los rasgos de la cara. La feminidad tiende hacia la dilatación y atonía, la masculinidad hacia la retracción y la tonicidad, aunque el elemento que más los separa es el grado de tonicidad.

La componente femenina en los hombres se suele dar en el nivel cerebral, la componente masculina en las mujeres se suele dar en el nivel instintivo.

Cuando la componente opuesta del otro sexo, secundaria, no contrarresta la primaria, no hay conflicto, la asociación aporta riqueza a la personalidad.

Cuando la componente secundaria tiene un alto grado, se impone por turnos con la dominante.

Cuando la componente secundaria domina, podemos hablar de inversión.

La inversión puede conducir a la homosexualidad, que puede también no ser vivida como tal; en este caso el hombre tendrá un carácter femenino acentuado, casándose con una mujer viril que le proteja o viceversa en el caso de las mujeres.

La masculinidad y la feminidad y la en la psicología facial

El rechazo de la componente del otro sexo tiende a acentuarse para compensar los caracteres dominantes. El hombre se conduce como un macho, con actitudes viriles excesivas que pueden llegar hasta la violencia. La mujer adopta una actitud de sumisión exagerada, tiene miedo a reafirmarse y teme el qué dirán.        

Las componentes masculinas más importantes para una mujer son: un marco solido en proyección y con tonicidad, una mandíbula poderosa que indica un instinto combativo, un modelado anguloso, una frente diferenciada que indica un fuerte uso de la lógica y del análisis en detrimento de la intuición.

Las componentes femeninas en el hombre: un marco y unos receptores finos, una ausencia de proyección, un modelado redondeado con cierta atonía, mucha atonía en los ojos, una frente redondeada que potencia la receptividad y la intuición.  

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