Hace un par de días, una amiga me confiaba que experimenta de forma repetida un sentimiento de incomodidad y de rechazo con un amigo suyo cuando pasan juntos cierto periodo de tiempo.

Estas 2 personas llevan años conociéndose, se ven muy de vez en cuando pero mi amiga no acaba de entender porque al cabo de un rato ella experimenta una sensación incomoda con este amigo. Me dice sobre su amigo: ‘Es un buen chico, tiene buen corazón pero siento que algo no fluye, y al cabo de un rato, cuando hablo, me siento tonta e ignorada.

Al comparar rápidamente la morfología del rostro de las 2 personas, varios antagonismos claves saltan a la vista:

‘Con esta persona, me siento tonta e ignorada.  ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? ’

La forma de comunicar

Mi amiga no filtra su comunicación y le gusta los intercambios de informaciones abundantes. Un mal ambiente la desestabiliza fuertemente porque inconscientemente busca la aceptación del mundo exterior que constituye su motor. Y para el chico la forma de procesar la información es totalmente contraria: valora las informaciones concisas y precisas que encajan con sus objetivos personales y prefiere evitar conversaciones sin utilidad aparente. 

La forma de gestionar los pensamientos y las ideas

Mi amiga usa ante todo su intuición para experimentar y explicar el mundo y lo hace de forma espontánea y el chico procesa todo por el filtro de la lógica y de las pruebas contrastadas.

La necesidad de espacio

Mi amiga tiende a ocupar el espacio rápidamente y necesita ser reconocida. El chico protege su espacio como algo íntimo. Y el acceso, la puerta de entrada a este espacio pasa por el filtro intelectual ya que su territorio emocional está muy protegido porque no se siente a gusto en el terreno afectivo. Cuando el chico se siente invadido, reacciona como un caracol que se esconde en su concha: sin dar explicaciones y de forma rápida, pasa de un comportamiento abierto a una introversión pronunciada para protegerse y mantener la independencia de su mundo interior que valora mucho.

Resumido así, el análisis morfopsicológico  pone en evidencia el funcionamiento antagónico de estas 2 personas y explica porque mi amiga no acaba de sentirse a gusto cuando trata de profundizar la relación con este chico. El limita la conversación porque la forma y el fondo le resulta difícil de procesar si el intercambio dura demasiado. La diferencia, que parece atractiva a la primera, se convierte luego en un obstáculo.

¿Y en este caso, quién tendría que adaptarse a quién? 

Las personas con formas morfológicas de Retracción (formas pequeñas, estrechas y cerradas) son más sensibles e independientes. Si se sienten ‘atacadas’ (intelectualmente, emocionalmente o físicamente), se ponen fácilmente a la defensiva y rompen el contacto. 

Por lo tanto entre 2 individuos, es el más ‘extravertido’ de los 2 (con las formas más anchas y abiertas) el que se tiene que adaptar al otro y canalizar su comunicación para no invadir sin darse cuenta el terreno del más ‘introvertido’. 

En la práctica 

Son las personas con más nivel de consciencia que terminan adaptándose a los demás para tratar de mantener relaciones adultas y cordiales.

La Morfopsicología nos ayuda de forma visual a ser más conscientes de los  diferentes funcionamientos según las personas. Si somos conscientes de esas diferencias, nos permite evitar tomarnos las cosas de forma personal y no experimentar tensiones inútiles.
En nuestro camino hay cada cual. ¡Cuánto más bailemos con la gente que hay, más disfrutamos del camino! Y se nos hace más fácil sonreír cada día ☺