En 1772, un tal Johan Kaspar Lavater escribió un libro que ordenó y juntó muchas observaciones que se hicieron a lo largo de los siglos sobre la relación entre el rostro y la personalidad. Con esa publicación había nacido oficialmente la fisiognomía y la primera generación de la ciencia morfo-psicológica. Hay que tomar en cuenta que en esa época no existía todavía la profesión de psiquiatra ni de psicólogo. Y la fisiognomía tuvo mucho éxito hasta el siglo XIX. Pero su límite se encontraba en su esencia: se buscaba la relación entre un elemento del rostro y un rasgo de carácter sin tomar en cuenta la relación de los elementos entre ellos. Le faltaba la síntesis del conjunto. Por eso se reprocha a menudo a la fisiognomía de caer fácilmente en caricaturas y tópicos como por ejemplo concluir que tener labios finos es señal de crueldad o una frente grande es señal de inteligencia.

Poco tiempo después apareció la Frenología con la propuesta de otro fisiognomista, Franz Jospeh Gall. Se basaba en la forma del cráneo para determinar los rasgos del carácter y de la personalidad. Hoy en día esa teoría no tiene mucha aceptación.

Luego hubo varios investigadores que dieron mucha importancia en introducir el método científico en las técnicas empíricas usadas antes. Pero se centraron mucho más en estudiar la forma del cuerpo en su conjunto que la del rostro en particular Hasta que nació oficialmente la morfopsicología en 1937 con el Dr Corman.

La diferencia fundamental radica en que la Morfo-psicología no hace un análisis de las partes de la cara sino una síntesis del conjunto, el TODO siendo mayor que la suma de las PARTES. Si la Fisionomía estudia las distintas partes de la superficie del rostro, la Morfo-psicología estudia la geología del rostro, identificando la presencia y la combinación de los 4 movimientos biológicos que moldean el rostro. Esa técnica da acceso a la psicología de las profundidades, identificando las fuerzas vitales que dan nacimiento al carácter.

¡Advertencia! Aprovechando que la morfopsicología está despertando cada vez más interés hoy en día (como la grafología hace 20 años), varios libros con la denominación de “morfopsicología” han sido publicados en los últimos años pero no siguen la metodología científica, global y dinámica que caracteriza esa ciencia. En realidad son ‘fisiognomistas’ que hacen listas de rasgos aislados de la cara y que se atreven a atribuir un rasgo de carácter a todas las personas que presentan una misma característica facial.