La morfopsicología se basa en una ley biológica universal: cualquier organismo vivo se adapta constantemente al entorno en el cual se desarrolla, a la búsqueda de un equilibrio. Esta ley se aplica, por supuesto, al ser humano y especialmente al rostro que es la parte del cuerpo que más rápidamente evoluciona. Por lo tanto, nuestra cara es la parte que mejor indica cómo nuestra morfología se adapta al entorno en el cual progresamos.

Hoy en día, es posible observar en laboratorios cómo las células del rostro (y del cuerpo) se modifican para adaptarse al entorno psicológico de una persona. Los científicos han comprobado que si experimentamos un cambio psicológico, nuestra biología cambia.

El rostro es el reflejo de todo lo que pasa por detrás de su superficie. La morfopsicología ha hecho el recorrido opuesto: se basa en la observación de lo biológico para deducir lo psicológico. Establece cómo descodificar el funcionamiento psicológico de una persona en base a las formas de su rostro.

Esta ciencia establece un método para examinar las formas de la cara y sigue un hilo conductor para interpretarlas. De forma especifica, las 4 principales leyes biológicas para realizar un estudio morfo-psicológico son:

– la ley de la Dilatación y Retracción

– la ley de la Tonicidad y Atonía

– la ley del Equilibrio y Armonía

– la ley de Evolución y Movimiento.